ÚLTIMOS COLETAZOS (espero) DE LA BODA
No tuve la suerte de ver entera la boda de las bodas el pasado sábado (curiosamente estaba en la Catedral de Barcelona, donde se casó Iñaki Urdangarín con la infanta Cristina en 1997), pero después de las críticas que ha recibido la realización del evento que hizo TVE, parece que la suerte fue no haberla visto.
El responsable, Javier Montemayor, se ha dado lógicamente por aludido y se ha defendido una y otra vez. Señala que "hay que reflejar los detalles que ocurren, pero no se pueden inventar" y por tanto lo que quiere decir es que si la realización de la boda fue "sosilla" es porque la boda también lo fue.
Hasta ahí de acuerdo, pero a veces conviene plantearse la realización televisiva precisamente como la herramienta para convertir un hecho que presumiblemente no va a ser "la alegría de la huerta" en algo lo más ameno posible. Vale que no hubo beso de impresión, que costaba Dios y ayuda encontrar una lágrima y que una boda no es un partido de baloncesto, pero a uno le da la sensación de que un acto de esta magnitud debe de tener por algún lado momentos "calientes" que pillar con la cámara o al menos, un ritmo de planos entretenido.
Tampoco hay que llegar al extremo de lo que hizo por la noche el programa Salsa Rosa de Tele 5, que se buscó nada menos que a un intérprete de sordomudos para que leyera los labios de Letizia y Felipe en el altar, captando algunas frases que, todo sea dicho, le dieron a la boda la calidez que no había conseguido la realización de TVE. Nunca me ha gustado ese método, lo asocio demasiado con pillar conversaciones privadas (y en este caso también íntimas). Aunque no se preocupen, si Felipe o Letizia hubiesen dicho alguna incorrección, nadie la habría captado, ni siquiera el intérprete. De eso estoy seguro.
No tuve la suerte de ver entera la boda de las bodas el pasado sábado (curiosamente estaba en la Catedral de Barcelona, donde se casó Iñaki Urdangarín con la infanta Cristina en 1997), pero después de las críticas que ha recibido la realización del evento que hizo TVE, parece que la suerte fue no haberla visto.
El responsable, Javier Montemayor, se ha dado lógicamente por aludido y se ha defendido una y otra vez. Señala que "hay que reflejar los detalles que ocurren, pero no se pueden inventar" y por tanto lo que quiere decir es que si la realización de la boda fue "sosilla" es porque la boda también lo fue.
Hasta ahí de acuerdo, pero a veces conviene plantearse la realización televisiva precisamente como la herramienta para convertir un hecho que presumiblemente no va a ser "la alegría de la huerta" en algo lo más ameno posible. Vale que no hubo beso de impresión, que costaba Dios y ayuda encontrar una lágrima y que una boda no es un partido de baloncesto, pero a uno le da la sensación de que un acto de esta magnitud debe de tener por algún lado momentos "calientes" que pillar con la cámara o al menos, un ritmo de planos entretenido.
Tampoco hay que llegar al extremo de lo que hizo por la noche el programa Salsa Rosa de Tele 5, que se buscó nada menos que a un intérprete de sordomudos para que leyera los labios de Letizia y Felipe en el altar, captando algunas frases que, todo sea dicho, le dieron a la boda la calidez que no había conseguido la realización de TVE. Nunca me ha gustado ese método, lo asocio demasiado con pillar conversaciones privadas (y en este caso también íntimas). Aunque no se preocupen, si Felipe o Letizia hubiesen dicho alguna incorrección, nadie la habría captado, ni siquiera el intérprete. De eso estoy seguro.
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