Acabo de pasar unos días en Bruselas y me han maravillado varias cosas de la capital política europea, como por ejemplo la absoluta normalidad con la que se vive la variedad de razas y culturas que hay en las calles, o la sensación de seguridad que se tiene en ellas.
Luego está lo que deprime: llueve cada 15 minutos (o da la sensación de que pueda hacerlo, que supone casi lo mismo) y se hace de noche sobre las cuatro de la tarde (al menos en esta época que estuve), y ese suplicio de clima y ambiente no hay sueldo que lo resuelva. Bueno sí, el de los eurodiputados.
Ah, y tuve el placer de conocer personalmente a José Luis González, a quien sigo normalmente desde su ascendente Eurogaceta.
(En la foto un servidor, retratando la Grand Place de Bruselas gracias a un reflejo)
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