Para muchos alumnos este titular es rigurosamente cierto. La Universidad les supone un trámite, en el peor sentido de la palabra.
Salen de ella siendo las mismas personas que cuando entraron, sin más ambición que la de acabar pronto para aterrizar rápidamente en el trabajo soñado, separando dos etapas (estudios y trabajo) que no pueden dividirse tan fácilmente, porque muchas veces la segunda es consecuencia de la primera. Lo digo porque a estas alturas de curso, donde cerramos la asignatura al menos para la mitad de los alumnos (la otra mitad intentará cerrarla en septiembre), hago balance para preguntarme ¿qué ha logrado llevarse cada alumno? ¿Una calificación? ¿Una cifra? ¿Nada más?
En mi caso (Tecnología de la Información en 3º de Periodismo), que es el único en el que puedo hablar con cierto conocimiento de causa, lógicamente adquirir un mínimo background teórico y práctico es indispensable para aprobar, pero no es ni de lejos lo que más me importa. Intento que la asignatura lleve consigo un cambio de actitud, un carácter proactivo que lleve a hacer cosas más allá de las que se mandan. También en gran parte porque intuyo que, en estos tiempos y en nuestro campo en particular, la configuración de nuestro currículum posmoderno estará muy determinada por nuestras identidades de dominio público.
Y lo de lograr un cambio de actitud no lo digo con el absurdo enfoque paternalista (creo que injustamente atribuido a la ESO) del profesor universitario, tanto de públicas como privadas, como tutor de un "dibuja, colorea, relaciona con flechas y... ¡bien!", sino con otra visión, que resumiría como el enfoque "¡aprovecha para algo la asignatura, c***!". Si lo logramos, convertimos la enseñanza en un continuo "enseñar a aprender", que trasciende después del fin de la asignatura, con acciones concretas y proyectos ilusionantes, los de cada uno.
Así, creo que algo de eso hemos logrado este año. Veo alumnos que se deciden a convertir su caduco blog de la asignatura en un nuevo medio de comunicación, al tiempo que crean su particular nanomedio. Otros también me consta que tienen en mente adaptar en un futuro su exitoso blog académico. Veo además a gente convertida en activos colaboradores temáticos de Bottup, mientras que unos, menos fecundos, no han dejado de realizar su valiosa aportación.
Paralelamente, muchos se han dado cuenta de que son capaces de entrevistar, con mayor o menos acierto, a personas tan interesantes como Antonio Fumero, Héctor García (Kirai), Jean Fogel (Le Monde) o Jean K. Min (OhMyNews), entre otros. Y a la vez, unos pocos aprendieron cosas sobre Google. En ambos casos una calificación adicional era la excusa, como siempre.
Decía el médico Pedro Guillén durante su investidura de Doctor Honoris Causa por la UCAM que el talento en las personas lo solemos confundir con suerte. En ese sentido, creo que una de las obligaciones de los profesores es propiciar que nuestros alumnos tengan toda la suerte del mundo.
Comentarios
En fin, ya dejé mis oscuras reflexiones en mi blog, y sólo me queda darte las gracias por entender que el temario es algo más que un taco de apuntes y unas diapositivas de PowerPoint.
P.D.: Por fin he terminado tus prácticas!!! Creía que no tendrían fin. No las echare de menos, jejeje.
Saludos!!
Yo también doy clases y si bien he visto cómo algunos de mis alumnos las consideraban un mero trámite, también he visto a otros que les ha ayudado a conocer las RRPP.
Si de todos ellos, por lo menos 1 por clase se le queda el gusanito de las relaciones públicas, me daré por bien servido.
Saludos.
Saludos
No sé si mi proyectos seguirán adelante, si servirán para algo además de para llenarme la cabeza de pájaros unos cuantos días, pero me considero afortunada por el mero hecho de salir de allí con mis pequeñas (o gigantescas) ambiciones.
Pero también es cosa, un poco, de alumnado y profesor... Los primeros, porque si no somos capaces de prestar un mínimo de atención a lo que nos dicen, pues tiramos el dinero que nos cuesta la asignatura; los segundos, si no sabemos hacer amena y sencilla una asignatura...Ya podemos irnos de pérdidos al río.
Pero claro, es ahí donde se descubre la vocación y la diferencia entre el profesor del que no te volverás a acordar en la vida y el que luego dirás "Leñe, (insertar nombre de algún profesor que se haya tenido) tenía razón".
Cosas de la vida.
Esa idea la mantuve durante el tiempo que viví en Madrid. Hace siete años y medio me cambié de país, de trabajo y de compañeros y amigos cotidianos. En México descubrí que lo aprendido en la Universidad me dio una base sólida sobre la que apoyar mis dos pies y caminar y ser capaz de hacerme una vida y un nombre desde el punto de vista profesional en un lugar donde nadie me conocía. Si bien la Universidad española (la pública y la privada, que de las dos tuve ración) era muy mejorable en mi época de estudiante (no sé cómo esté ahora) lo cierto es que a los de nuestra generación nos dio las bases para tener una cultura general que es imprescindible cuando uno es periodista y se ve todos los días ante el reto de comprender y explicar el pedacito de mundo que nos toca contar.
Hoy me coloqué al otro lado de la mesa por primera vez, hoy di mi primera clase como maestra en una Escuela de Periodismo de México. Y sentí y siento el vértigo de la responsabilidad de no fallarles a los veinte chicos y chicas que tenía enfrente, a quienes espera un futuro laboral más que incierto y más que precario (mucho peor que en España, aquí pocos medios proporcionan seguridad social a sus trabajadores), decía de no fallarles y de ser capaz de, como dicen en uno de los comentarios, de fomentar en ellos la capacidad de desarrollar su mejor talento.
Me ha parecido un post precioso.
Saludos
Un saludo
M.