Creo que nunca lo repetiremos lo suficiente en las clases de redacción periodística. Ramón Lobo lo recuerda en su reflexión sobre el atentado en Noruega:
"Cuando se produce un crimen se desliza con frecuencia un añadido peligroso: "Un marroquí mata a una mujer...". Nunca titulamos: "Un español blanco y católico asesina a sus padres con una espada". Los delitos los cometen las personas (nombre y apellido), no las razas, ni las nacionalidades, ni el color de la piel. El añadido -marroquí, negro, islámico- sirve para generar tranquilidad, también subyacente: 'No es uno de los nuestros'. Ellos y yo, buenos y malos; el horror y un exceso. Esa división racista es el caldo en el que beben algunos de los discursos contra los inmigrantes."
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