En el Elche-Reus, un partido que por entonces todavía creíamos crucial, por primera vez en años (décadas diría) decidí no ir al Martínez Valero pese a que podía haber ido perfectamente. No fui pudiendo haber ido. Elegí no sentir pudiendo haber sentido. Elegí que ya no me importa, aunque me importe.
Pensé que sería siempre de los que saben separar entre el césped y los despachos, pero cada día es más difícil hacer esa separación en este club, que si no tiene la historia de autodestrucción más cruel del fútbol español en el último lustro, le faltará poco. A veces pienso que nos concedieron el honor de conocer a Escribá porque sabían que después vendría lo que vendría.
El Elche de los récords de Fran Escribá (líder de la jornada 1 a la 42) fue el último deseo que nos concedieron antes de conocer la verdadera fachada de Sepulcre, al salvador Anguix y a entrenadores que cuando les dicen en rueda prensa que el equipo no ha chutado a puerta contestan "¿Y qué quieres que yo haga?".
Autodestrucción pura y dura. Y no precisamente por bajar a Segunda B, sino porque ELLOS siguen. Tendría más ilusión que un mono si supiese que esta temporada vamos a Alcoy con jugadores, entrenador y dirigentes de los que sentirse orgullosos, pero para eso hay que tener cierta categoría. La división la hemos perdido hace unos días, pero la categoría la perdimos hace muchos años, cuando dejamos que ciertas personas fueran dirigentes.
Tampoco somos tan especiales. ¿Recuerdan a la UD Salamanca? Exacto, ya no existe ese club. De hecho ya no hay clubes en realidad, sólo empresas. Le viene genial a una LFP donde se hace lo que convenga a las dos grandes empresas que son Real Madrid y FC Barcelona.
La categoría es lo único que tiene un club y en el Elche CF se ha perdido progresivamente cuanto mayor era la división en la que se jugaba. Porque a nadie le importa quién se sienta ahí en el palco si la pelota entra y claro, luego pasa lo que pasa, que en el palco se te cuela cualquier cosa y luego a ver cómo lo sacas de ahí.
Recuerdo con bochorno mi ingenuidad en el pasado agosto. Sonreí como un niño cuando me confirmaban, en un amistoso en Pinatar Arena, que la venta a Skyline iba por buen camino. Y no tenía ni pajolera idea de si esos de Skyline eran buenos, malos o regulares, pero sabía que al menos podía ser el fin de los que ya estaban.
El fin de los que lo primero que pensaron al subir a Primera fue en remodelar la fachada del estadio, obra que, vaya sorpresa, tuvo unos sobrecostes de casi el doble; el fin de los que no se enteraron (???) de que durante mucho tiempo, cada 15 días, hubo fraude con las entradas que se vendían en los partidos, el fin de los que se iban a Miami y Bruselas a por un préstamo fantasma de 20 millones de euros, el fin de los que pagaban siempre en tres plazos: tarde, mal y nunca (hasta que dejaron de pagar). Y el fin de los que ahora les representan, porque ahora no tenemos otra cosa más que eso, representantes de aquellos, que pueden tener algo más de vergüenza pero que siguen teniendo la misma fachada que José Sepulcre. La prueba es que han estado tan pendientes de juicios, recursos y contra-recursos que no han visto venir el descenso más que cuando ya era demasiado tarde y sólo quedaba lanzar una moneda al aire. La tuvo que lanzar el pobre Vicente Parras en Mallorca y contra Mirandés, y salió cruz (en el 90 y en el 93, porque no hay ningún descenso justo que no venga acompañado de mala suerte).
Lo siento por los grandes profesionales que hay dentro (como Antonio) y por los grandes profesionales que hay fuera, en los medios, ganándose la vida contando lo que hace la franja verde. Pepe, Monserrate, David, Paco y tantos otros. Lo siento de veras, no nos merecemos esta historia de autodestrucción, esta broma que ya dura demasiado. Y si sobrevivimos a esto, a ESTOS, será señal inequívoca de que esa franja verde es eterna. Tenéis que seguir ahí para contarlo.
Que no señores, que el drama no es la segonabé (me lo he pasado muy bien en campos como Alcoy -y muy mal en Ontinyent, todo sea dicho-), el drama es que año tras año, estemos en la división en la que estemos, perdemos un pedacito más de categoría. En ese progresivo desmantelamiento del Elche CF que están haciendo, dejen al menos un trocito de escudo cuando se vayan.
Ya que no se van a ir hasta que huela a muerto, dejen al menos el escudo. Dejen que le podamos decir a nuestros hijos que en ese solar, junto a ese escudo, estaba el Martínez Valero y jugaba el ELCHE CF.
Comentarios
Por cierto, muy buen texto.